viernes, 12 de diciembre de 2014

Taller Humano: Incisividad


Te saluda y se ríe, y es un día como otro, pero lo que aparenta ser un pelo ya sabés que puede ser una alfombra o un gato, y las dos cosas no son necesariamente lo que querés hoy. Te pasaron mil, las cuentas y los cuentos, el jefe de siempre y los mil relojes que te marcan que otro día y otro día y otro día.
Y el tipo se ríe - de que carajos se ríe-, quisieras que hoy por un instante este buen hombre estuviera en tus zapatos, sufriera cuanto menos una gota de sudor de las que vos expeliste. Pero no.
Y comienza sin preguntarte, porque asume que sos su fan, y que sus temas son tan interesantes como el programa de chimentos que también te comentará y que ni por asomo sospecha que vos aborrecés.
Tu instinto es el de levantar la mesa de un sólo movimiento, y que la mesa y el almuerzo le caigan sobre la cabeza y que por una vez, aunque más no sea, se calle.
Desearías que te cuente sobre la hija -que sabés que nació hace poco, y que algo de esa naturaleza para muchas personas es motivo de tema único durante cierto tiempo- o sobre algún particular menos patológico, pero no.
Te mira y ríe, y reconocés esa risa, la tuvo Jack Nicholson en el resplandor, la tuvo el asesino ese que viste en el noticiero hace poco, y de pronto un poco de miedo se te asoma en la piel, pero tus fantasmas buenos corrigen tu apreciación, y por un instante, volvés a humanizar al hincha pelotas que tenés delante.
Mirá Marcos - se llama Marcos el tipo-, ¿te parece que vayamos pidiendo la cuenta?. Te comenta algo que obviás, y el tipo se ríe como hace veinticinco minutos, te levantás de la mesa y le hacés un chiste que comparten hace años en la oficina, el tipo te mira con gesto de complicidad, te guiña un ojo y suelta lo que sería una carcajada parcial, con el tono necesario para causar efecto sin hacer tan notoria la pantomima, y salen los dos por la puerta del restaurante camino a la oficina.

Sentís que una parte de tu cabeza tiene un hueco, se lo atribuís a Marcos y a su monotemática verborragia y a la homogénea expresión del rostro que solo sabe reír de lo que dice quien lo porta. Unas gotas de sangre caen sobre tu camisa, y la idea de que la película aún no terminó se te hace más relevante.
(Alejandro Gomez)


 

2 comentarios:

  1. Estuve en un montón de almuerzos como ese, con un personaje muy similar y es sorprendente lo bien que lo retratás; debe ser un estereotipo más común de lo que yo pensaba.
    La película nunca se termina... porque sigue teniendo público. Mientras tenga rating, seguirá perforando nuestros cerebros con su incisivo mensaje.
    A mí lo que me preocupa no es tanto que su risa sea similar a la de Jack Nicholson (que también hizo un Joker excelente en la primera película de Batman de Tim Burton). Sino más bien que la sociedad, las buenas costumbres y la hipocresía reinante me obliguen a contenerme hasta que mi propia risa suene así, en lugar de escupir las cuatro amargas e incisivas verdades que deberíamos decirles.

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    1. Mirá, quizás estuvimos en el mismo almuerzo alguna vez!

      Creo que lo que me molesta es exactamente lo que señalas: las "buenas costumbres" (y el código civil, que es algo así como una "buena costumbre" reforzada con penas) que dicen que el tenedor en el ojo ajeno no va.

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