miércoles, 17 de diciembre de 2014

Taller Humano: Remordimiento


Me despierto, se que será un día particular, aunque en cierto modo, salvo que seas un zombie, todos los días son particulares, ¿no?
Me despierto del todo, aunque uno nunca despierta del todo, ni del todo se duerme.
Se que hice mal.
Tampoco voy a llamar, igual que ayer, aunque suene mi alarma interna y la inercia defina que mi deseo deba concretarse.
Se que no va a volver, y se que hice mal.
Se que una noche cualquiera va a sonar el teléfono y que las explicaciones serán el tema de conversación, o de evasión. Y mi alma hecha un bollo de papel, estrujado y tirado al suelo, recogido por alguien que busca un sueño y encuentra cuaquier otra cosa.
Se que hice mal.
Debería hacer lo de siempre, jugar al buen ciudadano, saludar a los vecinos y acariciarle el lomo al chihuahua de la del tercero que bien sabemos todos que no nació serpiente por error en el delivery.
Pero no me sale, ni hoy ni mañana, algo se rompió y no se que es, pero fragmentadamente puedo vislumbrar aspectos definitivos: sí.
Se que hice mal, aprendí a darme cuenta de la diferencia entre la psicosis y el ser un forro, y el segundo tipo es imputable, no hay excepción que valga salvo la infinita compasión de los budistas, pero de este lado del mundo hay ciertas cosas con una rugosidad diferente, todos lo sabemos, incluso las víctimas.
Suena el teléfono, no atiendo, vuelve a sonar, sigo sin atender, y luego no hay mas ruido.
Se que hice mal, incluso ahora.
Pasan dos días, logro despertarme, esto me tiene mal, por suerte aun queda comida. Antes no era así, los paseos en el parque, el desayuno en la ribera, sí que cambia todo, como decía mio viejo: acostumbrate, ni vos vas a ser igual que al de hace dos días. Siempre tuvo razón, incluso con Luisina.
Se que puedo pudrirla, mas aún, pero ya no aguanto, seguiré jugando al ciudadano correcto, sin embargo no aguanto más. Ojalá y el tiempo, ojalá y el tiempo.
Me hago un café y leo las noticias, nada dicen de ninguno, por ahora vamos bien, no hay denuncias, no hay rastros. La policía jamás golpeó la puerta y a los vecinos parece no importarles la vida de nadie.
Suena el teléfono, atiendo, es ella, hablamos unos pocos minutos, se que hice mal y ella aseveró con detalles, parece que lloró lo suficiente y ahora solo enumera fríamente, pero de sus labios brotaron esas palabras que siempre espero. Parece que no todo es tan oscuro al fin de cuentas.
Se que hice mal, y que eso fue un peldaño, y hoy digo gracias. Golpean la puerta, es la policía.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Taller Humano: En-amor-s-amiento



Líneas paralelas se aproximan.

Líneas curvas van perdiendo su forma al contacto, la piel se funde.

Quiero perderme en vos, como arreglamos, aunque duela un poco.

Se que hoy no hay retorno, como ayer, pues no se puede volver hacia donde uno ya está.

Sabemos que hay opciones pero no quiero ver, no querés ver y tensás, y así vamos uniendo.

Mañana un hueso mío será tuyo, aunque no importe que no podamos disfrutar la simbiosis.

Se que esa mañana de otoño todo era diferente, y que luego tu miedo y mi escape...

Y así se hace lo grande y lo pequeño, desde ciertas cobardías que luego son el ladrillo de la respiración de cada 'hola' y cada 'hoy no quiero hablar de eso'.

Habitamos esta hermosa cerca metálica creada y perpetrada por nuestros emergentes ánimos y ese correr detrás de aquello tan bello, tan bello, tan bello.

Te quiero, duele la presión, te quiero aún mas, dentro de este hermoso marco.

Fuera de ahí no se quien somos, no me interesa, solo quiero acá, solo quiero hoy, solo quiero yo.

No tengo mas fuerza, pero no puedo salir, vos no respirás, te amo, me amás, estoy cansado.

Estoy sangrando, no se si sos vos o yo, no se quién piensa, si vos o yo, o eso que inventamos juntos.

Hace frío, ya recordé todo, pero no tengo a quien contarle.
(Alejandro Gomez)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Taller Humano: Incisividad


Te saluda y se ríe, y es un día como otro, pero lo que aparenta ser un pelo ya sabés que puede ser una alfombra o un gato, y las dos cosas no son necesariamente lo que querés hoy. Te pasaron mil, las cuentas y los cuentos, el jefe de siempre y los mil relojes que te marcan que otro día y otro día y otro día.
Y el tipo se ríe - de que carajos se ríe-, quisieras que hoy por un instante este buen hombre estuviera en tus zapatos, sufriera cuanto menos una gota de sudor de las que vos expeliste. Pero no.
Y comienza sin preguntarte, porque asume que sos su fan, y que sus temas son tan interesantes como el programa de chimentos que también te comentará y que ni por asomo sospecha que vos aborrecés.
Tu instinto es el de levantar la mesa de un sólo movimiento, y que la mesa y el almuerzo le caigan sobre la cabeza y que por una vez, aunque más no sea, se calle.
Desearías que te cuente sobre la hija -que sabés que nació hace poco, y que algo de esa naturaleza para muchas personas es motivo de tema único durante cierto tiempo- o sobre algún particular menos patológico, pero no.
Te mira y ríe, y reconocés esa risa, la tuvo Jack Nicholson en el resplandor, la tuvo el asesino ese que viste en el noticiero hace poco, y de pronto un poco de miedo se te asoma en la piel, pero tus fantasmas buenos corrigen tu apreciación, y por un instante, volvés a humanizar al hincha pelotas que tenés delante.
Mirá Marcos - se llama Marcos el tipo-, ¿te parece que vayamos pidiendo la cuenta?. Te comenta algo que obviás, y el tipo se ríe como hace veinticinco minutos, te levantás de la mesa y le hacés un chiste que comparten hace años en la oficina, el tipo te mira con gesto de complicidad, te guiña un ojo y suelta lo que sería una carcajada parcial, con el tono necesario para causar efecto sin hacer tan notoria la pantomima, y salen los dos por la puerta del restaurante camino a la oficina.

Sentís que una parte de tu cabeza tiene un hueco, se lo atribuís a Marcos y a su monotemática verborragia y a la homogénea expresión del rostro que solo sabe reír de lo que dice quien lo porta. Unas gotas de sangre caen sobre tu camisa, y la idea de que la película aún no terminó se te hace más relevante.
(Alejandro Gomez)


 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Taller Humano: Tenacidad



Urdir el plan inicial es la empresa mas compleja.
Porque un tema esencial es el comienzo, la semilla.
Quiero y no quiero, y sin embargo nazco en cada instante.
Quiero y no quiero y sin embargo me duplico.
Quiero y basta, de pronto me harté.

Voy a buscar el método infalible para ser mejor,
pero mejor precisa de un peor,
mejor es una balanza que desbalancea, la paradoja universal.

Voy a, voy a, y me harté del plan también.

Creo que es hora de conectar y de desconectar,
pero quien sabe si surja efecto.

Oh, dios, salvame de esta tortura, 
pero que dios ni ocho cuartos!
si acá ni resquicio de creación queda,
ni estas ideas boludas que tengo pueden salvarme.

Me parece que ya es tiempo, 
me parece que ya es hora de arremeter de una buena vez,
y que hoy no es mañana, 
y que la libertad es solo una hipótesis si no nos animamos a saltar.

Bueno, listo.
-hoy me siento muy bien, y no necesito de mi neurosis.

Cuentan que el hombre ha sido encontrado muerto, al lado de una tenaza, sin heridas evidentes.

(Alejandro Gomez)

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Terrorismo à la carte

Se sentó en la mesa que da a la ventana. Tenía esa rara teoría de que para comer bien hay tener un buen panorama.
- Buenos días. ¿Una copita de jerez?
- Hola, que tal. Gracias.
- Para almorzar, ¿no?
- Sí…
- Ya le alcanzo la carta...
- No. Digame, acá sirven el terrorismo de manera especial, ¿no?
- Así es, tenemos varias opciones…
- Bien, y ¿cómo viene?
- Mire, tenemos… 
Niños envueltos, salteados en una reducción de violencia. Básicamente, niños hambreados a fuego lento, luego enfriados, discriminados, marinados en pasta base y fajados fuertemente. Tenemos una opción que se hace con niños abusados pero no se si nos quedan.
Después tenemos... Territorios invadidos, acompañados de un bloqueo agridulce. Este combina bien con un buen malbec. Tomamos un territorio rico en petróleo y lo invadimos con una combinación de fuerzas violentas. Luego se sirve bloqueado con fuertes restricciones comerciales. Esto provoca que el territorio, además de estar invadido, destile sus últimos jugos.
Una opción similar pero un poco más fuerte es el Territorio bombardeado, con una fina selección de objetivos civiles. Admito que este plato es para paladares fuertes. Consiste en un territorio, también rico en petróleo o conveniente estratégicamente, bombardeado durante un buen período, eligiendo zonas con mujeres y niños para lograr un mejor resultado. Se termina con un toque de pretextos invocando tenencia de armas nucleares.
Finalmente uno de las especialidades del chef, el Pánico en su salsa sobre colchón de alertas de inseguridad. Este plato es para paladares negros. Está hecho en base a una población susceptible a alarmas, infundida lentamente con noticias asesinas y pronósticos sombríos. El ingrediente que hace de este plato una opción distintiva es el uso exclusivo de recursos y teorías con el sello OGEC (Origen de Grupo Económico Concentrado).
- Usted dirá.
- Mmm… está difícil. Me parece que voy a pedir el Pánico en su salsa… 


Tiempo después le hicieron una nota al chef acerca de sus inusuales presentaciones de un plato típico como el terrorismo. Él comentó: 
La receta es tan simple que permite jugar con la creatividad. Sólo especifica 3 ingredientes a combinar sin especificar proporciones: dominación por el terror, sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror y, actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos. 
Lamentablemente la mayoría de la gente, bien por ignorancia bien por comodidad, sucumbe ante la campaña publicitaria y consume la versión fast food: hamburguesas de carne árabe, acompañadas de inmoladores islámicos  
Por otra parte no veo por qué resultan tan exóticos mis platos mirando la receta es más directo interpretar el terrorismo en unos Niños envueltos en violencia, o un Pánico en su salsa con productos OGEC, que es casi como servir el tercer ingrediente, actuación criminal de bandas organizadas que crean alarma social con fines políticos.



domingo, 10 de agosto de 2014

نقطة الصفر


"Los hijos del ocaso se armaron en respuesta. 
Que pena que no sepas repartir tu piedad. 
También que cada herida en la piel de este planeta 
es una Zona Cero que llorar. 
Y abres otra herida repitiendo el mismo error."

jueves, 10 de julio de 2014

Comida para los chanchos

¿Por qué me cuesta tanto amigarme con la existencia de tanto director técnico de sillón y cerveza, de café de oficina, de tachero frustrado, de cancha de cinco? Tal vez sea porque esos mismos son los que juntan masa crítica para remover a un técnico real. O quizás sea porque son los mismos que también son volantes, delanteros, defensores, arqueros. También son economistas, presidentes, jueces, abogados, artistas y mucho más.

Pero más allá de este grupo de genios ad-honorem, más me cuesta digerir a los asalariados de la opinión. Aquellos directores técnicos de la escuela de periodismo. Esos que tienen un micrófono para destilar su sabiduría.
Una cosa es analizar. Más allá de los resultados. Se puede haber jugado mejor o peor. Se puede desmenuzar si convino el doble cinco, el 4-3-3 o el cambio del segundo tiempo. Es interesante y hasta instructivo estudiar lo que pasó. Pero decir con el diario del lunes que se debió haber hecho tal o cual. Que el zaguero central jugó pésimo. ¿Pésimo? Que el director técnico debió meter otro cambio. ¿Qué? Messi jugó mal. ¿Qué?

La diferencia, más allá del sueldo, es que unos alimentan a otros. Los segundos se encuadran en esa oferta de opinión. Es tan fácil que otro opine por uno. Basta sumergir la cabeza en la pecera mediática para poder opinar sobre el mal funcionamiento del banco central. Y el frenesí de los primeros por opinar los lleva a comprar el pescado podrido que le venden los segundos para luego vomitarlo en tanto entorno y red social como sea posible.

El deporte de hablar. El negocio de hablar.

Está bien. En época de mundial todo el mundo se alborota y es lindo ver la identidad nacional dibujada en las calles. También que la abuela se enoje por las patadas al crack. También las sonrisas y lágrimas. El folclore del fútbol es realmente hermoso.

El tema es que se exacerban las lenguas de los opinólogos de siempre. Se inflan los pechos y se baja linea desde un lugar de supuesto saber. Carlos Samuel Delagarlopa, cuyo mejor gol fue en el colegio secundario, jugando un picadito con los de tercero, ahora sabe más que Sabella. Es más, según él, el técnico hace todo mal y no tiene pasión. ¿No tiene pasión? ¿Eh?

Alguien dijo, tal vez solo por el afán de hablar, que un cerdo hambriento puede comer un kilo de carne por minuto. Independientemente de si esto es así o no, el hambre de palabras, la voracidad de opinar, aún a costa de ser opinado por otro, los puede llevar a un final como el del pobre Terry, que terminó comido por el cerdo que alimentó durante años.

Terry Vance Garner, 69, never returned after he set out to feed his animals last Wednesday on his farm near the Oregon coast. A family member found Mr Garner's dentures and pieces of his body in the hog enclosure several hours later, but most of his remains had been consumed. Several of the pigs weighed 318 kilograms or more. It's possible Mr Garner had a medical emergency, such as a heart attack, or was knocked over by the animals, then killed and eaten, the Coos County District Attorney Paul Frasier said, adding that at least one pig had previously bitten Mr Garner.The possibility of foul play is being investigated as well. "For all we know, it was a horrific accident, but it's so doggone weird that we have to look at all possibilities," Mr Frasier told The Register-Guard.