lunes, 29 de julio de 2013

Mi anzuelo favorito

La pregunta.
¿Qué es la pregunta?
¿Es una herramienta para esculpir nuestro Saber?
¿Una rendija en la inmensidad que nos separa del Otro?
¿Un borde abismal hacia nuestro Interior?
¿Un material para tejer nuestras propias trampas?
¿No es acaso una ficha elemental de un juego sin objeto ni fin?
¿Un paso en el camino a la Nada?

Tal vez sea un poco de todo eso. Sin dudas es la estructura del lenguaje que dinamiza nuestro acceso al conocimiento. Pero, ¿no existía antes del lenguaje?, ¿los animales no dudan?, ¿los monos se rascan la cabeza con gesto dubitativo solo por picazón? Cuando Lucy se irguió por primera vez, ¿se hizo la primer pregunta? Quién sabe.

No se puede preguntar por la pregunta sin usar la pregunta. Es una pregunta imposible. Preguntas así, sin respuesta, ya sea por malformación lógica o por apuntar a lo inaccesible, son consideradas por muchos una pérdida de tiempo, un sinsentido, o bien ignoradas, jamás vistas. Otros en cambio, nos sentimos casi imposibilitados de ignorarlas. Más aún, ellas nos buscan: esa pregunta me mira, me llama, estaba esperándome, y ahora permanece preguntándoseme.
Por más que nos creamos que la pregunta es esa especie de machete que podemos usar para abrirnos paso en medio de la infinita maleza del desconocimiento, muchas veces la experimentamos como si la tomáramos por el filo y no por el mango, nos cortamos, nos lastimamos y tenemos que soltarla.

Quizás por diversión, por vicio, por curiosidad, por miedo y por valentía, algunos peces nadamos siempre a punto de ensartarnos en la punta de alguna pregunta.


6 comentarios:

  1. Ojalá haya cada vez más de esos peces. La pregunta en este caso es la "excusa", el disparador natural o el simple propósito para "pensar". El hombre es el único animal consciente de su finitud, y esto lo angustia, lo atormenta, lo obliga a pensar (preguntarse). El Ser que no piensa (o se piensa) está alienado, su consciencia está escindida de su propia singularidad, de su Ser pensante (preguntarse), se transforma en una ameba, en una materialidad cosificada que reposa su consciencia en un estado inerte. El acto de pensar (preguntarse) es inacabadamente ascendente, es la dialéctica de la consciencia que trabaja con la materialidad, se retroalimenta, se niega, y se proyecta hacia adelante (no necesariamente de forma positiva), y es precisamente (necesariamente, diría) que en ese movimiento estriba la posibilidad de libertad. Aún alienado, aún rodeado de dispositivos de poder, el Ser, como bien decía Sartre, está obligado a ser libre, en tanto y en cuanto quede un pequeña rendija en que la consciencia se "mueva" (se pregunte).

    Podría decir que el pez que no pregunta es un pez embalsamado, pero pensándolo mejor es más bien como decís, por más que algunos peces se nieguen a preguntar, tarde o temprano la pregunta los encontrará a ellos.

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    1. Ojalá hubiera más. Muchas veces concluyo que muchos peces se pasan la vida sin preguntarse, mirando para otro lado. También hay muchos que la resuelven con un Dios omnipotente que te provee de respuestas. Es más, a veces envidio tanto a esos peces... llego a pensar como Cypher, el personaje de Matrix que dice "ignorance is bliss" (la ignorancia es una bendición) mientras mira una copa de vino y saborea un pedazo de carne... luego me doy cuenta de cuánto más libre puedo ser si me pregunto.

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    2. Hay algo cierto en este sistema y es que cuanto menos sé, cuanto más "encantado" estoy, más feliz soy, puedo nadar en las aguas calmas que me regala el "no preguntar". En cambio, si me propongo desencantarme, si cometo la osadía de indagar en las zonas oscuras de la ontología, más solo voy a estar. En estas aguas el pez que pregunta se separa del cardumen, no por ser mejor, sino porque se pregunta por el sentido del cardumen, su conflicto y su tragedia, su transformación y su liberación. La exégesis de esto es enorme y multivariable, no obstante creo que cuanto más indaga el pez más se conoce a sí mismo, más fuerte es, ergo, más libre. Somos sujetos de la modernidad, sujetos de esa interioridad que incurre en peligros de desolación, contradictorios, ermitaños, pero estoicos. En cualquier caso es signo de nuestra época, es decir, el precio que hay que pagar para desencantarse,(des)enajenarse, puede llegar a ser frustrante. Pero no por ello deja de ser una ventaja, digo, la de aprovechar estar consigo mismo. Si logramos esto saliéndonos de los límites del pensamiento intelectual pequeñoburgués, creo que no todo está perdido, aquellos que no logran hacerlo porque no quieren y prefieren seguir en las cómodas aguas del "no preguntar", se lo pierden, creeme que se lo pierden (sin aire de soberbia lo digo), porque no hay fracaso más grande en la vida que haber venido al mundo solo para morirse, no hay angustia mayor que haber pasado sobre la tierra sin agregar ni cambiar una pincelada del paisaje, porque se puede no estar muerto, sin estar tampoco vivo. Es justamente "preguntar" lo que hace plausible la "utopía", lo que hace que la vida sea un poco más interesante, aún cuando la "ignorance is bliss".

      Muy buenos los dibujos.

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    3. Esto esta sutilmente relacionado: “Me quedo pasmado cuando termino algo. Me quedo pasmado y desolado. Mi instinto de perfección debería impedirme acabar; debería impedirme incluso empezar. Pero me distraigo y obro. Lo que obtengo es un producto que no resulta de una aplicación de mi voluntad, sino de una concesión que ella hace de sí misma. Empiezo porque no tengo fuerza para pensar; termino porque no tengo alma para interrumpir. Este libro es mi cobardía.” (Fernando Pessoa, Libro del desasosiego.)

      http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-225190-2013-07-28.html

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    4. Excelente artículo! El preguntar como método esencial para penetrar en plano de investigación y no como un goce neurótico.
      Me hizo reír mucho la cita aquella de "Tomar en serio todo lo que han dicho es como para abochornarse. Han dicho, entre otras cosas, un montón de estupideces. Honestamente, ¿hay alguien que sienta que vive como si Aristóteles, Platón, Descartes, Kant, Hegel, Heidegger tuvieran razón en todo y para todo?". Pensar que uno puede aferrarse a las certezas de otro y vivir sin cuestionarlas me resulta tragicómico.

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  2. Decí que ue anterior, pero me hace acordar mucho a la charla de Leandro en la Smalltalks. Preguntas e ideas, como tokens de un mismo stream, peces o anzuelos.
    Como peces, más que el anzuelo, la pregunta es el agua para nosotros. Estamos inmersos en un océano de preguntas. Y así también, muchos pescados no las ven, porque el agua es transparente.

    Impresionante la cita de Pessoa, un autor el que curiosamente no leí nada.

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