miércoles, 5 de septiembre de 2012

0800-OINKOINK

"There's so many different worlds, so many different suns.
And we have just one world, but we live in different ones" (Brothers in arms - Dire Straits)

Tengo una sensibilidad especial para los contrastes. Algunos me fascinan. Otros, como algunos de índole comunicacional, me dan escalofríos. No caben dudas que hay muchas formas de comunicarnos, siendo la verbal sólo una de ellas.
Las coordenadas de tiempo y espacio pueden influir en la comunicación pero definitivamente no son factores determinantes. Mucho menos influyentes son los títulos vinculares. Padre, tía o sobrinonieto no son más que etiquetas que nada tienen que ver con la comunicación. Ni que hablar de las frecuencias palabras emitidas/tiempo y palabras recibidas/tiempo. En absoluto implican una comunicación.
No obstante, persiste la creencia de que tanto el tiempo como el espacio, así como ciertos vínculos o la cantidad de palabras inciden positivamente en la comunicación. Ma fangulo! 
En todo caso, son sólo colores de fondo. Factores independientes de la comunicación que reflejan la falsedad de tal creencia contrastando los diferentes tipos de incomunicados.
Por ejemplo, están los muditos crónicos, personas que vemos frecuentemente y sin embargo no logramos comunicarnos más que con el verdulero de la esquina. En el otro extremo están los compañeros atemporales, personas que vemos una vez cada tanto, tal vez sólo una vez en la vida, y sin embargo la comunicación fluye naturalmente. Ambos contrastes revelan que el tiempo compartido con el otro no implica una buena comunicación.
En relación al espacio, todos tenemos algún vecino sordito, alguien que por más cerca que esté y por más fuerte que le gritemos, jamás lograremos transvasar sus muros.  Su opuesto, los gemelos galácticos, pueden estar muy lejos, sin embargo siguen conectados fuertemente con nosotros.
Otro contraste se dibuja con el incontinente verbal, una suerte de loro chino que sólo emite vocablos a una alta frecuencia y difícilmente se detiene a escuchar. Un claro ejemplo de que la comunicación excede en mucho a las palabras. Con estos seres sólo podemos medir nuestro umbral de tolerancia antes de querer partirles un palo en la cabeza. Sus primos, los paralíticos auditivos, son capaces de permanecer inertes ante nuestros intentos comunicativos. Con ellos podemos hablar y hablar y hablar y... nada más.
En clara oposición a estos dos grupos, podemos tener la fortuna de encontranos con los adorables telépatas, seres con los que una mirada basta para comunicarse. Con ellos las palabras son el decorado de lo ya dicho.
Intentar revertir a un mudito crónico, a un vecino sordito, a un incontienente verbal o a un paralítico auditivo puede ser una empresa quijotesca. Esto no implica que no puedan sorprendernos para bien. Cerrarse a esa posibilidad sería un error casi tan grande como vivir intentando comunicarnos con ellos.

3 comentarios:

  1. El hombre puede perder una mano, las ganas de comer, una tarde perfecta, pero no puede perder jamás la necesidad de comunicarse, del modo que pueda, con las herramientas que tenga.
    Hay también los que en su lenguaje, dicen cosas profundas, pero que están envueltas en una maraña inextricable, esos, nos ponen el doble desafío, de la aceptación de su lenguaje extraño, y de la traducción de los fonemas que para ellos son habituales, y para nosotros, lenguaje marciano.
    Creo, sin temor a equivocarme, que esos que intentan, están salvados de algún modo, porque en su inconsciencia tratan de tender puentes, que mas o menos ruidosos o escasos de partes, tienen una intención digna y son una buena posibilidad.
    Brindo por los que en su capacidad de callar, tratan de hablar, aunque no sea con palabras.

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    1. Muy bueno lo que comentás, Alejandro. Incluso, me gustó más que el post, donde la necesidad de comunicarse se impuso sobre todo el reto, arrancando por una frase personal, pasando fugazmente por dos temas que no tiene mucho que ver, para terminar con esa zoología comunicativa al estilo del bestiario medieval (no el de Cortázar).
      Pero así como en el post anterior hablábamos de la ilusión, les recuerdo también que la mayor parte de la comunicación lo es... ¿O acaso, cuando yo digo "rojo" ustedes están seguros de que hablamos del mismo color? NI hablar de la carga emotiva que tiene esa palabra para cada uno de nosotros. Entonces, la comunicación es un enorme esfuerzo de tender puentes, pero el resultado es más parecido a haber empezado a construir el Golden Gate y estar convencidos de haberlo hecho.. cuando al otro lado apenaa si llegaron algunos hilos metálicos de la baranda de nuestro proyecto original.
      Por otro lado, eso es lo que posibilita el arte: toda comunicación es provocar algo en el otro, una permanente sugerencia.

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  2. Muy interesante lo que decis Ale, de hecho creo que tuvimos una charla acerca de la sutil diferencia entre decir "te quiero" y decir "me pasas el teléfono de Matías?".
    En nuestro caso, sólo por haber usado la palabra "inextricable", te mereces un abrazo.

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