miércoles, 25 de diciembre de 2013

Jungle bells

Para el playero de la estación de servicio; para el pendenciero que me vino a prepotear anoche; para el chino del súper; para el loco que me paró en la calle diciendo hoy está peor que ayer, el calor está insoportable; para la señora que va en el bondi, con este calor, quién sabe a dónde; para el bondicero; para el tachero que va despacito; para el pibito de la esquina; para el viejo decrépito que vende flores, adormecido por el calor, ¿alguien le comprará una flor hoy?; para el portero que está mirando los autos pasar; para los viejos que charlan en la vereda; para los que viajan en la ruta; para el que viaja en aquel avión por cualquier cosa menos por placer; para el piloto del avión; para los que están cortando las calles porque no tienen luz; para los que los putean; para el negro Matías, cómo puede estar tan cercano estando tan lejos; para la vieja que maneja su mustang todo rotoso, lástima que no está escuchando a un Leonard Cohen, le quedaría fantástico; para el borracho que camina bajo el sol; para el que está internado en ese hospital; para el que ayer no entendía cómo insisten en juntar la parentela, ni que hablar de entender cómo la sangre no tiene nada que ver con la afinidad, ni con el amor, ni con la comprensión; para Josefina que decía para mi que no existe Papá Noel y que aún ignora quién es su padre biológico; para los que brindaron con agua; para los que no brindaron. Para todos los que no encajan en la paparruchada marketinera y santurrona de las putas navidades, para ellos este espacio y mi deseo de que sean felices mañana, pasado mañana, dentro dos meses cuando de las lucecitas de colores, de los pinos disfrazados y de los alimentos de otras latitudes no queden ni los rastros.

3 comentarios:

  1. Veo que estás lleno de espíritu navideño. ¡Jo, jo, jo!

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    1. Carlos me sacó las palabras que iba a decir, parte del espíritu navideño es pararse sobre el filo de la hoja que separa con un corte lo real de la impostura.
      Creo, sin embargo, que los encuentros de las fiestas son lindos escenarios para resolver cuestiones individuales, ya que en general, la hostilidad de los encuentros forzados, querramos o no, tocan ciertos resortes internos, switches en on y en off, y algunos circuitos en corto. Uno podría argumentar que quisiera elegir donde ponerse a prueba, pero nuestro inconsciente es muy tramposo, y raramente nos pone las pruebas correctas, brindo por los escenarios que nos sacan de nuestra zona de confort y nos ponen a prueba, nuevamente, aunque sea en navidad.

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    2. Sí, ese filo que corta para bien. Nunca compré las fiestas que venden por TV, pero creo que la realidad (lo "real", mi estimado Ale, creo nos es inaccesible) muchas veces parece descolorida frente a los colores que venden en los comerciales y que promueven las buenas costumbres familiares. Es la otra cara de la misma moneda: muchos, y me incluyo, caen en la trampa de percibir distorsionadamente las realidades no compatibles con el estándar, "pobrecito, no tiene arbolito ni regalos", "pobre, no tiene familia con la que festejar"... Lo mismo ocurre con los fríos balances, más propio de una empresa que de una persona. Se adoptaron culturalmente y todo el mundo anda haciendo balances de sus vidas, sacando la calculadora de la vida y viendo si tuvo saldo positivo o negativo. Y cuando uno camina por las calles en esas horas donde el dictado cultural es estar festejando, se topa con mucha gente que está en otra, por elección o porque es lo que le tocó, y es fácil caer en esa trampa.

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