lunes, 9 de noviembre de 2015

Virgencita de los capitales




Ella sonríe a todos por igual. Augura buenos tiempos para sus relegados feligreses.
Estos, grandes capitales azotados por una tempestad que parecía no tener fin, respiran tiempos de cambio.
El dorado sol se abre paso entre tanta nube negra. El jardín finalmente reflorecerá.

Sin embargo, la imagen de la virgencita atrae a otros fieles, hijos bastardos estos, nacidos al calor de fuegos paganos.
Su derecho es legítimo. Ellos soplaron fuerte para que las velas del cambio se abran paso en este mar, siempre difícil.

A diferencia de los primeros, que fueron paridos por la Razón, estos no tienen mas que Fe, mucha bronca y una fuerte voz para replicar los sermones bajados en su biblia matutina.

Piden seguridad.
Piden libertad.
Piden unir las aguas.
Piden exorcizar el cielo de corrupciones diabólicas.
Piden finalmente, el sacrificio de quien les dio de comer.

No quieren entender, no quieren argumentos, no quieren ver más allá. Mucho menos cuando el más acá está plagado de amenazas.

Pero en algún rincón de sus conquistados corazones intuyen que el templo tiene cupo limitado. Entonces miran hacia abajo y maldicen a esos otros, los desnutridos de siempre, que amenazan con sumarse a la peregrinación.

No falta mucho para que la primer ola se los lleve.

Lamentablemente, el precio del espectáculo lo pagaremos todos.

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